COMO EL HIJO PRODIGO.( II Parte)


Continuando con el Hijo Pródigo y nuestra semejanza con la naturaleza carnal que tenemos, podemos ver que él experimentó hambre, lo mismo sucederá con nosotros.Cuando se nos termine el dinero o las cosas no salen conforme a nuestra expectativas exageradas, prontos nos daremos cuenta que el lugar donde residimos es frío y hostil. Todo lo que hemos adquirido no calma al corazón lastimado: los amigos que tenemos no pueden saciar nuestras almas hambrientas, los logros que hayamos obtenido no pueden dar respuesta a nuestras preguntas agobiantes.

El comentarista Mateo Henry escribe lo siguiente acerca de esta condición: "En vano clamamos al mundo y la carne, ellos tienen lo que envenena al alma, pero no tienen nada que darle que la alimente y la nutra" .En la tierra nueva andamos buscando, aferrados a los deseos de riqueza, fama y éxito a fin de nutrir nuestras almas hambrientas. Poco después empiezan a surgir las privaciones y nos encontramos heridos por el rechazo, confundidos por las circunstancias que no funcionan como nosotros desearíamos, envidiando a nuestros amigos.

Temerosos de ser desechados por nuestra comunidad falsa, desarrollamos mecanismos de defensa diseñados para protegernos del antagonismo. Y todo el tiempo nos alejamos más y más de nuestra ancla como un bote a la deriva en un mar tumultuso. Ya sea que vivamos en la provincia apartada porque nos es dificil aceptar el perdón de Dios, no podemos obtener la victoria sobre un viciio en particular o jamás hemos conocido la espiritualidad más allá de los ritos mundanos, el camino al hogar es el mismo para todos.

"Y volviendo en sí dijo:"Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo, hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre"-Lucas 15:17-20.
Muchos de nosotros sabemos que recibiríamos un trato mejor como esclavos en la casa de nuestro padre que como parias en tierra extraña. Sin embargo, obstinadamente seguimos haciendo todo como el mundo lo hace. Con el fin de liberarnos de este ciclo opresivo, conscientemente debemos tomar la decision de regresar al hogar .Pero antes de ir, debemos sentir el deseo de hacerlo.

El camino al hogar comienza con el perdón. El concepto parece bastante sencillo, pero pedir a Dios su perdón y recibirlo en lo profundo de nuestro ser demanda examinar nuestra alma ardua y diligentemente. Con demasiada frecuencia nuestro arrepentimiento es superficial,ofreciendo solamente supervivencia y no vida eterna.
Practicamos nuestra fe en domingo y al ir a casa la dejamos en el templo. No basta con la sumisión pretendida o temporal para resistir las tormentas virulentas de la vida. Eso sólo resulta en frustación y resentimiento.

Debemos preguntarnos: "En verdad quiero ser perdonado?" Quiero ser liberado tan completamente de mi fragilidad para que surja una forma revolucionaria de vida? Quiero desprenderme de mis excusas, rebeldía y enojo contra Dios? Quiero rendirme totalmente al amor de Dios y permitirle tener su obra perfecta en mi vida?

Regresar al hogar demanda sumisión humilde a la voluntad de Dios. El Señor Jesús dijo a sus discípulos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, níeguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame"-Maeo 16:24. Y también dijo: "Ningúno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios"-Lucas 9:62.

Recibir el perdón de Dios demanda disposición total para permitirle que sane hasta lo más recóndito de nuestro ser. Si le ocultamos algo vivire,como niños que se alejan del hogar para rebelarse, quejarse y dar rienda suelta a su naturaleza carnal. Aunque encontrar el camino al hogar puede ser un ardua tarea, Dios no nos deja andar a ciegas en las tinieblas. El envió a su amado Hijo para preparar el camino. Cristo, cuyo objetivo es interceder a favor nuestro, ha vivido en la provincia apartada donde nosotros nos encontramos a veces.

Y aunque nunca pecó, El salió de su hogar en el cielo para vivir entre extraños aquí en la tierra. Y llevando a sus espaldas el peso de la cruz, emprendió el largo camino de regreso a la casa de su Padre. Es es nuestro ejemplo. Al escoger humillarnos y regresar a nuestra patria cealestial, nuestro Padre nos recibirá con los brazos abiertos y nos preparará un fan festín.

Fraternalmente,

Su amiga y hermana en Cristo Jesus

Hellen G. Peralta.