COMO EL HIJO PRODIGO.( I Parte)

Todos conocemos la historia del hijo pródigo, la cual se relata en Lucas 15:11-13. Y con frecuencia nuestras almas reaccionan por instinto ante la dolorosa brecha que existe entre la realidad, tal y como es, y lo que quisieramos que fuera. A veces la pasión en nuestras almas encuentra un escape en nuestra fe y no podemos explicar la razón.
El Hijo Pródigo dio la espalda a su tierra natal y partió en busca de una vida mejor en tierra extraña. Para la mayoría de los creyentes tal desvío no es tan obvio, pero es una corriente sutil que nos arrastra. Si llenamos el espacio que Dios debe ocupar en nuestra vidas con cosas como trabajo, amistades o ambiciones, cuando El deja de ser la fuerza que nos impulsa, entonces estamos viviendo en una "provincia apartada".

Como el Hijo Pródigo, nos alejamos del remanso del amor de Dios y nos vamos en pos de la vida en otras tierras, echando sólo miradas furtivas hacia el lugar donde antes disfrutábamos de sus brazos tiernos y amorosos. Muchos creyentes viven, sin saberlo, en esa provincia apartada. Es el lugar en el cual olvidamos nuestro primer amor por Cristo, donde su voz se convierte en un eco distante.
Pero no es ahí donde Dios quiso que estuvierámos. Allá llegamos al tomar una serie de decisiones pequeñas que tuvieron en poco alas directrices del Espíritu Santo. Estas decisiones quizás incluyan cosas como no pasar tiempo con nuestro Salvador, volvernos para mirar algo que sabemos que no se apega ala voluntad de Dios para nosotros o elevar otras cosas por encima de nuestro amor por Cristo. Al tomar tales decisiones en realidad elegimos abandonar el santuario de nuestro hogar amado.

Algunos dicen que es la crisis de los 40, otros, que es apostatar. Cualquiera que sea la terminología empleada, el descenso de un creyente a una fe mediocre es una gran tragedia.Todos nosotros, en algún momento, hemos tenido deslices en nuestra devoción para con Dios. Algunos nos alejamos por un día, una semana o un año, otros han vivido alejados por 20 ó 30 años. Si nos alejamos de Dios en realidad no nos escapamos de Su presencia, sabiduría y poder sino, más bien, negamos la realidad espiritual de que le pertenecemos a Dios, que El nos creó a Su imagen y semejanza.

Para un creyente activo es inconcebible estar bastante involucrado en una iglesia floreciente y aun así vivir en esa "provincia apartada".Todo creyente ha sido salvo por gracia, no obstante, hay muchos que, por distintas razones, albergan profundos sentimientos de temor, ansiedad o incertidumbre. A veces la vida trae consigo circunstancias con las que no podemos lidiar o no sabemos cómo hacerlo y desesperadamente buscamos paz, aunque todo el tiempo el lugara de remanso está dentro de nosotros. Vivir en la provincia apartada es vivir como si fuerámos huérfanos en busca de hogar. Le insto en el amor de nuestro Señor Jesucristo a volver ...a ..casa.

"Y cuando todo lo hubo gastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba" Lucas 15:14-16.

Fraternalmente,

Su amiga y hermana en la Fe en Cristo Jesús,

Hellen G. Peralta